viernes, 12 de agosto de 2022

Terrorismo y militarización en México

 

*Imagenes rochainforma.com

La orden de brazos caídos para no combatir a la delincuencia que el presidente López Obrador ha acordado con las Fuerzas Armadas del país está dejando a México en la total indefensión ante los ataques de TERRORISMO del los grupos del crimen organizado. 

Los sicarios siguen expandiendo su control en todo el país ante la complacencia e indulgencia del Estado Mexicano reducido a la voluntad de un solo hombre que no tiene otro interés que aumentar su poder político y económico a costa de lo que sea y lo que sea es la paz de toda la nación.

"Son abrazos, no balazos", "cuidamos a los integrantes de las bandas, porque también son humanos", "¡ahí están las masacres!" y una carcajada demencial es lo que se escucha cada mañana en el stand up del presidente. 

Mientras las ejecuciones, los secuestros, las extorsiones a comerciantes y productores, el tráfico de narcóticos y de personas, los atentados a propiedades y comunidades asolan a más y más territorios en el país.

Cuando ejecutan a un padre de familia frente a su esposa y sus niños de no más de 6 años, cuando bajan de su auto para incendiarlo a una señora con su bebé, cuando cada día secuestran a muchachas para explotarlas sexualmente o descuartizarlas, cuando asesinan a sangre fría a un par de sacerdotes de más de ochenta años, cuyo pecado es darle refugio en el templo a un guía de turistas tratando de salvarle la vida, cuando una mañana cualquiera arrojan el centro histórico de Zacatecas los cuerpos de sus ejecutados, cuando incendian decenas de tiendas de conveniencia, cuando desplazan a pueblos enteros asesinando a familias completas con ancianos, mujeres, niños y bebés y luego los incendian.

¿Cuál es el mensaje? ¿Qué nos están diciendo los criminales a los mexicanos?

Primero que en los territorios en los que sus bandas operan los que mandan son ellos y solo sus chicharrones truenan, basta recordar el infame "Culiacanazo" en el que "liberaron al hijo del Chapo Gúzman", el nieto de la misma señora a la que tan amablemente saludó y atendió el presidente en una de sus múltiples visitas a Badiraguato, Sinaloa, la cuna del narcotráfico en México.

Segundo, que están retando a los militares porque saben perfectamente que no van a hacer nada que realmente afecte a sus organizaciones, los operativos llenando las calles de soldados (porque la Guardia Nacional son soldados) y la detención de tres o cuatro peones o de algunos raterillos de poca monta no son otra cosa más que simulaciones, montajes, pantomimas para dar la percepción de que se está actuando para aplicar la ley y recuperar la seguridad siempre a toro pasado, cuando la realidad es que la situación se sigue agravando y ni el gobierno federal ni las Fuerzas Armadas tienen el interés de hacer algo al respecto. 

De hecho mantener con inestabilidad y sin seguridad a los estados que están gobernados por otros partidos políticos les resulta conveniente para volver a instalar el partido hegemónico como lo fue el PRI hasta la década de los años noventa y esto en contubernio con los mismos grupos criminales que en las pasadas elecciones metieron las manos descaradamente consiguiendo votos con dinero o con amenazas; en 2021 asesinaron a 102 políticos y a 39 candidatos, además de que a la fecha se cuentan 151 homicidios a periodistas y activistas durante el sexenio de López Obrador.

Lo más ruin y malicioso es que los actos de TERRORISMO parecen tener un objetivo claro, el conjunto de las Fuerzas Armadas son la instituciones que gozan de mayor confianza en México entre la población, porque son sus elementos los que más han respondido en momentos de catástrofes naturales, terremotos, inundaciones, incendios. Los soldados, la tropa,  siempre están al pie del cañón ayudando a la población en los peores momentos colectivos por lo cual se les reconoce y admira, aún cuando esa es su función, para eso existen, se les paga y se preparan en lo cotidiano ya que la circunstancia de que nuestras fuerzas armadas realmente se vayan a confrontar con una fuerza exterior de otro país es muy improbable. La estrategia de militarización es una farsa de origen, la función de los militares no es, ni debe de ser la seguridad pública, para eso deben existir las corporaciones de policía y las agencias especializadas.

Pero lo que si pueden hacer los militares es saltarse las trancas o cualquier ley en aras de la "seguridad nacional" solamente que lo que eso signifique está a la discrecionalidad de lo que quiera el presidente y resulta que lo que quiere el presidente es hacer una refinería, un aeropuerto, un tren, (que ninguno de los tres servirá para nada más que para beneficiar a sus contratistas consentidos adjudicando contratos con total opacidad) la Guardia Nacional sirve para tener un muro de soldados que eviten que pasen migrantes sudamericanos a Estados Unidos y como ornato para dar una falsa idea de que a la población se le está protegiendo, mientras tanto la Secretaria de la Defensa en la actualidad controla las aduanas y se encarguen de otras 227 atribuciones civiles lo cual está expresamente prohibido por la Constitución en el artículo 129 pero al presidente que no le vengan con eso de que la ley es la ley porque si su equipo favorito de beisbol necesita que trasladen a su macota para eso están los helicópteros de la Marina, faltaba más.

Ahora el presidente ya anunció que va a incorporar a la Guardia Nacional por decreto al ejército, violando el acuerdo con todas las fuerzas políticas que aprobaron su creación para que tuviera un mando y una estructura civil; esa incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA también viola flagrantemente la Constitución a pesar de ello su intención tiene una gran posibilidad de tener éxito porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación se encuentra cooptada con ministros afines a López Obrador como Arturo Zaldívar, José Luis González, Yasmín Esquivel (la esposa del principal contratista beneficiado por López Obrador José María Riobóo, rioba y sigue riobando) Fernando Franco González y Margarita Ríos Farjat; así que la Constitución al igual que todas las leyes pueden ser anuladas de facto si al presidente así le conviene.

El poder de las Fuerzas Armadas en México es enorme, su presupuesto se ha triplicado y con la Guardia Nacional que siempre ha estado bajo su control casi han duplicado su número de elementos activos y sin embargo el número de delitos y homicidios durante el gobierno de López Obrador va en camino de duplicar los número de los últimos tres sexenios anteriores juntos.

¿Para eso querían llegar al poder? ¿Para eso gritaron durante décadas que estaban en contra de la militarización? "Que fue el Ejército", "que no respetan los derechos humanos", "que todo es culpa de la maldita guerra de Calderón". 

Al llegar al poder de forma tramposa e ilegal impusieron a la abyecta Rosario Piedra Ibarra en la CNDH para borrar a la Comisión de Derechos Humanos en los hechos, y aunque hoy el número de denuncias por actos de desaparición y asesinatos por parte del ejército es el doble de la administración anterior la comisionada presidenta y  todos los propagandistas mercenarios aplaudidores del oficialismo, esos mismos que se rasgaban las vestiduras por la militarización de la seguridad pública y por la "guerra contra el narco" callan como momias o ahora dicen que está bien, que no es lo mismo, que ahora si se vale porque hay "abrazos y no balazos", porque no son iguales.

El futuro de México es sombrío y preocupante, la entrega de tanto poder a las Fuerzas Armadas que cínicamente se acepta y con el cual se amenaza como un proceso prácticamente irreversible porque ellos tienen las armas y lo ganado a ver quién se los quita. Pero la fantasía de López Obrador de seguir reteniendo el poder político y su alianza con los armados ya sean militares o delincuentes a través de sus "corcholatas" y su partido pareciera también demencial porque en el momento en el que se elija al próximo presidente (hombre o mujer) la popularidad construida con apoyos en dinero y lucrando con el odio por la corrupción y el fracaso de los políticos anteriores, el resentimiento y la descomposición del tejido social de los que moralmente, intelectualmente y económicamente son más vulnerables y muy seguramente se les va a revertir cuando los discursos y las dádivas ya no alcancen contra la inseguridad, la falta de empleo, la crisis económica, la destrucción del sistema de salud pública y de educación y la abrumadora falta de buenos resultados, cuando ya no alcance el dinero ni las promesas, es entonces cuando se entenderá para qué esa acumulación de soldados formales e informales y de armas, pero si las ambiciones hacen que los acuerdos y los controles se suelten, quién sabe qué pueda suceder entonces, aunque los ejemplos que tenemos en Latinoamérica y en el mundo apuntan a tres principales desenlaces: miseria, opresión y muerte.




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