sábado, 22 de abril de 2023

"El problema es que no hemos entendido el problema"


¿Alguna vez ha tenido un problema que simplemente no has podido resolver? ¿Te has enfrentado a una situación que te abruma y has sentido una gran frustración porque después de mucho intentar no logras estar ni remotamente más cerca de la solución? Si te has encontrado en algún escenario así  tal vez la razón haya sido que no estuviste resolviendo el problema correcto.

Muchas veces aquello que denominamos como un problema es en realidad la consecuencia de un origen que no hemos logrado identificar. Tal vez te sorprenda lo que comento pero  muy frecuentemente los individuos y las organizaciones no tienen claro cuál es el verdadero problema que enfrentan y gastan muchísimo tiempo, esfuerzo y recursos, solucionando problemas que no necesariamente deberían demandar tanto su atención.
Como ejemplo te comparto esta breve historia.
En 1959 un magnate industrial británico llamado Henry Kremer, inspirado por la visión de Leonardo Da Vinci, lanzó un reto y ofreció un premio de 50,000 libras al primero que pudiera construir un aeroplano que impulsado únicamente por el esfuerzo físico del piloto pudiera  recorrer una distancia de media milla, volando en forma de 8 entre dos marcadores, tiempo después aumentó el valor de su reto a 100,000 libras, el equivalente a unos 2.5 millones de dólares en la actualidad a quien con las mismas condiciones pudiera atravesar el Canal de la Mancha. Cientos de personas lo intentaron y fallaron, pasaron más de diez años de fracasos hasta que un ingeniero mecánico de nombre Paul MacCready decidió atacar de manera diferente el problema, después de hacer una análisis detallado de los elementos involucrados en las posibles soluciones y de la historia de los intentos fallidos se dio cuenta que todos los que habían tratado de resolver este reto no estaban enfocados en el verdadero problema.  “El problema, es que no hemos entendido el problema”, decía.
El descubrimiento de MacCready fue que todos los que estaban trabajando en el vuelo del aeroplano impulsado por esfuerzo humano, tardaban en promedio un año en construirlo basados en conjeturas y en teoría sin el aporte de las pruebas de campo, cuando de manera triunfante completaban el avión y lo llevaban a probar, minutos después el resultado de años de trabajo se estrellaba en el suelo, inclusive en los vuelos más exitosos, unos cuantos metros después de despegar el vuelo terminaba con un piloto físicamente exhausto. Con ese único nuevo dato los equipos tenían que trabajar otro año para fabricar un nuevo modelo, volverlo a probar y volver a aprender. El progreso era muy lento por obvias razones, pero era de esperarse en la búsqueda de una visión tan complicada y así es como tendría que ser.
Pero en realidad el problema era el problema y  MacCready comprendió que el dilema no era resolver el vuelo impulsado por esfuerzo humano, eso era una cortina de humo. El problema era el proceso en sí mismo, y la búsqueda ciega de un objetivo sin tener un entendimiento más profundo de cómo atacar  grandes y difíciles retos. Entonces definió un nuevo problema que se propuso resolver: Cómo se podría construir un avión que pudiera ser reconstruido en horas en lugar de meses. Y así lo hizo, construyó un avión con poliéster, aluminio, tubería y alambre.
El primer avión no funcionó, era demasiado endeble, pero como el problema que se propuso resolver fue crear un aeroplano que se pudiera reparar en horas, le fue posible reconstruir y volver a probar rápidamente, algunas veces volaba hasta tres aviones diferentes el mismo día. Reconstruía, volvía a probar y acumulaba más datos y experiencia; el ciclo cambió de meses y años a horas y días.
Para entonces 18 años habían pasado desde que Henry Kremer abrió su billetera para materializar su visión y nadie pudo lograrlo hasta que Paul MacCready se involucró en el proyecto y replanteo el problema a ser resuelto. Medio año después el “Albatros de Gossamer” de MacCready voló 2172 metros para ganar el premio y medio año después voló a través del canal.  
(Extraído del blog de Aza Raskin).
¿Cuál fue el aprendizaje? Cuando estas resolviendo un reto muy difícil replantea el problema para que tu solución te ayude a aprender más rápido. Encontrar una forma más veloz para fallar, recuperarte y volver a intentar. Si el problema que estas tratando de resolver resulta una tarea descomunal, entonces estas resolviendo el problema equivocado.
Identificar y definir bien un problema es crucial para su solución.  Muy a menudo nuestra forma de proceder es reactiva, esperamos a que los problemas surjan y es entonces cuando nos ponemos en acción para atenderlos y cuando no se ha encontrado la solución correcta o el resultado de ejecutar un plan de acción no es el esperado, es entonces que se comienza a hacer evidente que el proceso para resolver ese problema no había sido el indicado.
Definir un problema es siempre una cuestión de actitud. Todo problema debe entenderse siempre como una oportunidad, inclusive es necesario ampliar nuestra perspectiva, ampliar nuestro enfoque para visualizar una serie de problemas como un conjunto de indicios en una búsqueda para adquirir algo de gran valor.
 El definir correctamente el problema a resolver mejora exponencialmente la efectividad de tu proceso para encontrar la solución. Así que ante todo reto y en la vida en general, es necesario cambiar a una orientación proactiva, buscar problemas, problemas importantes y valiosos que resolver, porque si en todo problema se encierra una oportunidad, eso es en realidad lo que estamos buscando, oportunidades para mejorar.
Agradezco como siempre tus comentarios y si has encontrado este artículo útil o de tu agrado,  aprecio que tengas la gentileza de compartirlo.

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